A la sombra de las escarpadas colinas, un ladrón de oro llamado EL MAESTRO urdió un audaz plan.
Armado sólo con su ingenio, fundió el precioso oro robado en calderos de una destilería de contrabando.
Las botellas con el nombre de EL MAESTRO se convirtieron en el escaparate perfecto para este oro fundido.
Las botellas de oro líquido de EL MAESTRO
se convirtieron en objetos de deseo.
EL MAESTRO y su banda permanecían en la sombra, asegurándose de que cada botella se distribuía con sumo cuidado.
Algunos afirmaban haber descubierto la ubicación de la destilería de contrabando, mientras que otros contaban leyendas sobre esta bebida hechizante.
Las botellas de EL MAESTRO se vendían con sobreprecio en el mercado paralelo, atrayendo la atención de coleccionistas
de los cuatro puntos cardinales..